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  • En el LI Simposium Nacional de Alumbrado, Iluminia Solutions desmontó mitos sobre la luz ámbar y mostró con datos cómo el análisis espectral marca la diferencia.
  • Iván Leandro, Óscar Ortega y Raúl Juca ofrecieron soluciones prácticas para iluminar sin borrar las estrellas.

En el LI Simposium Nacional de Alumbrado, Iluminia Solutions sorprendió con una ponencia que desmontó mitos sobre la luz ámbar y mostró cómo el análisis espectral puede marcar la diferencia entre cumplir una normativa y preservar el cielo. Lejos de quedarse en la retórica sobre contaminación lumínica, sus ponentes pusieron sobre la mesa datos de laboratorio, resultados de campo y soluciones prácticas para iluminar carreteras y calles sin perder las estrellas.

Desde el escenario, Iván Leandro, Óscar Ortega y Raúl Juca hilvanaron una presentación que combinó ciencia aplicada, innovación técnica y experiencias reales. “No todo lo ámbar sirve”, advirtió Ortega al explicar por qué no basta con elegir una temperatura de color cálida sin analizar el espectro real. Con esa sencillez y contundencia, Iluminia repasó la importancia de estudiar el espectro LED, incorporar ópticas adecuadas y evitar falsas soluciones.

Una sala atenta (y muchos móviles grabando)

La ponencia comenzó con una confesión cercana. “Nuestras ciudades, por seguridad, tienen que estar alumbradas… pero de aquí para atrás no se ha tenido en consideración la contaminación del cielo nocturno”, admitió Iván Leandro ante una sala llena. La frase encendió asentimientos: nadie cuestiona la necesidad del alumbrado público, pero sí cómo lo estamos haciendo.

A partir de ahí, el trío de Iluminia fue hilando conceptos técnicos con ejemplos cotidianos: la luz que se escapa al cielo, el deslumbramiento innecesario al vecino, la dispersión de los azules en la atmósfera, el valor científico de determinadas líneas del espectro. Óscar Ortega lo resumió con ironía práctica: “Basta con no iluminar de abajo a arriba; basta con tener cuidado con qué luminarias ponemos o dónde las ponemos”.

Qué significa realmente “cielo protegido”

Los ponentes tomaron como referencia los criterios del Instituto de Astrofísica de Canarias —modelo seguido en diferentes enclaves con regulación de cielo— para desgranar cinco ideas que, según dijeron, deberían convertirse en práctica habitual más allá de los observatorios.

  1. Reducir al mínimo la emisión por debajo de 500 nm. “El porcentaje de los azules se tiene que ir a cero… por debajo de 440 – 500 nanómetros, todo en una cantidad muy pequeña”, insistió Ortega. La componente azul es la que más dispersa y más engorda el halo.
  2. Mirar el pico del espectro, no fiarse solo de la CCT. “Nosotros a priori decíamos: ‘Vale, ese ámbar cumple’. Igual no. Es el valor pico del espectro.” Dos LEDs vendidos como ámbar pueden comportarse distinto: uno pica en 598 nm y otro en 615 nm, con consecuencias regulatorias.
  3. Respetar las bandas astronómicas. “En 656 tenemos la banda del hidrógeno alfa”, recordó Ortega, “y también hay mucha información en el oxígeno 3, en torno a 500 nanómetros”. Contaminar esas ventanas resta calidad a la observación científica y a la astrofotografía avanzada.
  4. Control fotométrico: orientación + vidrio plano. “No queremos luz para nada en el hemisferio superior.” El diseño con vidrio plano y la PCB bien recogida evita reflexiones internas que, según Iluminia, pueden llegar al 7–9% en configuraciones con cavidades o difusores prismáticos.
  5. Ópticas precisas para no iluminar al vecino. “Queremos iluminar donde van a pasar las personas. No queremos utilizar luz donde no debemos.” Distribuciones fotométricas recortadas reducen energía, contaminación y quejas ciudadanas.

Del laboratorio a la farola: lo que dicen los ensayos de Iluminia

Tras la teoría, gráficos. En su laboratorio, Iluminia ha medido distintos paquetes LED (3030, 3535…) a temperaturas de color que van del ámbar/1800 K a 5.700 K. Raúl Juca mostró diapositivas que sorprendieron a más de uno: “Aunque sean las mismas temperaturas de color —1800 K— el rango de azules en el 3535 es superior… y eso pasa también en 2.200 y 2.700”. Es decir, el encapsulado importa; dos luminarias especificadas como 2.200 K pueden tener impactos muy distintos en el cielo.

La progresión es clara: “Desde el ámbar hasta el 5.700, el porcentaje de azules va creciendo en cada uno… lo ideal sería coger temperaturas cálidas: 2.200, 1.800, un ámbar sería adecuado”. Pero enseguida llegó la advertencia que sacudió varias certezas de catálogo: “Mucha gente vende que el hecho de que sea ámbar es apto para zonas protegidas y realmente no funciona así… De los tres modelos, solo uno está por debajo de 605 nm; los otros dos los descartaríamos.”

Cuando el control espectral se nota en el cielo: casos en España

Los datos de laboratorio ganan sentido cuando se miran las estrellas. Iluminia mostró imágenes captadas tras intervenciones de alumbrado en varios municipios. En uno de unos 2.000 habitantes, tras instalar luminarias ajustadas a 2.700 K, lograron fotografiar la galaxia de Andrómeda (M31) desde el propio núcleo urbano con largas exposiciones. “Conseguimos esta imagen de la galaxia Andrómeda desde el núcleo de un pueblo pequeñito, de unos 2.000 habitantes”, recordó Ortega con evidente orgullo.

Más allá del encanto astronómico, el mensaje que subyace es económico y social: donde vuelve el cielo, llega el astroturismo; donde se ve la Vía Láctea, crece el relato local y la educación ambiental.

Qué pueden hacer hoy los municipios (y qué deben pedir a sus proveedores)

A partir de la conversación en Logroño y la documentación compartida por Iluminia, estas son las preguntas que conviene incluir en cualquier pliego o auditoría de alumbrado orientada a proteger el cielo:

  • ¿Tenemos inventario real de luminarias, alturas, ángulos y flujo hemisférico superior?
  • ¿El proveedor entrega curva espectral (SPD) detallada y porcentaje <500 nm?
  • ¿Dónde cae el pico principal del espectro? ¿Entra en banda admitida para cielo protegido?
  • ¿Se respeta la línea H-alfa (656 nm) y la ventana de OIII (~500 nm)?
  • ¿La óptica y el montaje garantizan 0% ULR o el mínimo técnicamente posible?
  • ¿Existe opción de lente ámbar o filtro corrector en retrofit sin cambiar todo el equipo?
  • ¿Se prevé atenuación nocturna escalonada para reducir lumen/hora total al cielo?

Más allá de la normativa: recuperar el patrimonio nocturno

La intervención cerró con un recordatorio que atravesó lo técnico: “No solamente hay que cumplir una normativa; tenemos que preservar el cielo nocturno… porque al final nos estamos perdiendo algo.” En Logroño, varios asistentes comentaban después que la conversación sobre eficiencia energética gana fuerza cuando se enlaza con salud, biodiversidad, ciencia… y con la simple emoción de levantar la vista y ver estrellas.

La buena noticia es que las herramientas existen: seleccionar el paquete LED correcto, medir el espectro de verdad, añadir lentes correctoras cuando haga falta y, sobre todo, apuntar la luz hacia donde debe ir. El resto —el cielo— vuelve solo.

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