
Los profesionales del sector consideran que reducir el deslumbramiento es clave para mejorar la seguridad, el bienestar y la inclusión en los entornos urbanos nocturnos.
El #DebateLumínico del CEI confirma que el confort visual sigue siendo un eje prioritario en el diseño del alumbrado público, por encima de otros factores como la uniformidad o la orientación óptica.
El confort visual ha pasado de ser un criterio técnico a convertirse en una condición esencial del bienestar ciudadano. En el contexto urbano, una iluminación mal dirigida o excesiva puede provocar fatiga visual, reducir la percepción del entorno y aumentar el riesgo de accidentes. La encuesta semanal del Comité Español de Iluminación (#DebateLumínico) ha puesto de relieve qué aspecto influye más en la experiencia visual nocturna de los ciudadanos, ofreciendo una perspectiva clara sobre las prioridades actuales del sector.
Resultados de la encuesta
👉 ¿Qué factor crees que impacta más en el confort visual urbano?
Deslumbramiento 💥 → 62 %
Uniformidad lumínica 💡 → 32 %
Orientación óptica 🔭 → 6 %
Temperatura de color 🌈 → 0 %
Más de seis de cada diez expertos coinciden en que el deslumbramiento es el principal enemigo del confort visual urbano, seguido de la uniformidad lumínica, mientras que la temperatura de color no ha recibido ningún voto, al considerarse probablemente un parámetro ya consolidado en la práctica profesional.
Análisis de los resultados
La percepción de los encuestados refleja una realidad ampliamente reconocida por organismos internacionales como la CIE (Commission Internationale de l’Éclairage) o la UNE-EN 13201: el deslumbramiento es el principal factor limitante de la calidad visual en el alumbrado exterior.
El deslumbramiento, tanto directo como reflejado, reduce la capacidad de distinguir contrastes, altera la adaptación visual y puede comprometer la seguridad de peatones y conductores. En entornos urbanos, este fenómeno se ve agravado por superficies reflectantes, proyectores mal orientados o una distribución lumínica inadecuada.
El 32 % que votó por la uniformidad lumínica señala otro elemento esencial: una iluminación equilibrada evita zonas oscuras o sobreiluminadas, contribuyendo a una percepción de seguridad y legibilidad espacial. Las normas europeas recomiendan índices de uniformidad superiores a 0,4 en vías de tráfico y de 0,25 en áreas peatonales, para garantizar una transición visual cómoda.
Por su parte, el 6 % que destacó la orientación óptica pone el foco en la ingeniería lumínica: una buena selección de fotometrías, ópticas de corte preciso y control de flujo hacia el hemisferio superior puede minimizar tanto el deslumbramiento como la pérdida de eficacia luminosa.
Resulta interesante que la temperatura de color no haya sido señalada como un factor de impacto directo en el confort, lo que podría interpretarse como un consenso técnico en torno a valores óptimos (entre 2700 K y 3000 K) ya asumidos en la mayoría de proyectos de alumbrado urbano sostenible.
Conclusión
El confort visual urbano se consolida como un parámetro de bienestar y seguridad pública, y no solo como un requisito técnico. La encuesta del CEI muestra que los profesionales apuestan por una iluminación más humana, precisa y respetuosa con la percepción visual.
La clave está en combinar:
Control del deslumbramiento mediante ópticas adecuadas, apantallamientos y niveles de luminancia equilibrados.
Uniformidad y contraste óptimos que garanticen la continuidad visual y la percepción de profundidad.
Orientación lumínica precisa para evitar pérdidas hacia el entorno o el cielo.
En definitiva, iluminar con confort visual significa iluminar para las personas: creando espacios urbanos seguros, accesibles y visualmente agradables, donde la luz acompañe sin imponerse.