
El ambicioso proyecto de renovación del alumbrado del túnel de Borràs, en la ronda de Dalt de Barcelona, ha supuesto un ejemplo de integración entre tecnología, sostenibilidad y confort visual.
La intervención, desarrollada por el Área Metropolitana de Barcelona junto a la empresa Carandini, presentado en el LI Simposium Nacional de Alumbrado, ha conseguido reducir en un 70% el consumo energético y disminuir el número de puntos de luz de 1.800 a 583 sin comprometer los niveles lumínicos exigidos por normativa.
Cuando un conductor atraviesa el túnel de Borràs, en la ronda de Dalt de Barcelona, probablemente no percibe nada inusual. Y eso es exactamente lo que buscaban sus responsables. “Lo que nos preocupaba es que el conductor tuviera una sensación de continuidad, que aunque hubiera un agujero encima del techo, no se diera cuenta”, explicaron durante la presentación del proyecto en el LI Simposium Nacional de Alumbrado. Ese «agujero» es, en realidad, una glorieta abierta al cielo que divide el túnel en dos tramos separados, un elemento arquitectónico que complicaba notablemente el diseño lumínico.
El proyecto, impulsado por el Área Metropolitana de Barcelona (AMB) y ejecutado con la colaboración técnica de Carandini, debía enfrentarse a una infraestructura construida hace décadas, con una configuración fija e intocable, y con un tráfico diario de más de 150.000 vehículos. “No puedes cortar el túnel porque sí. Tienes que hacerlo de forma segura y rápida. La solución tenía que ser eficiente, sostenible, montable en poco tiempo y con bajo mantenimiento”, resumieron desde el equipo técnico.
Una solución fuera de norma para un túnel singular
El túnel de Borràs representa un caso particular. Su división por una rotonda descubierta no está contemplada en los estándares de la CIE 88, lo que obligó a los proyectistas a tomar decisiones fuera de norma. “Tuvimos que resolver esta parte analizando diferentes hipótesis y escogiendo una solución que encajara muy bien, tanto de día como de noche”, explicaron.
La estrategia consistió en considerar los dos tramos como bocas independientes, manteniendo una curva luminosa continua y uniforme, reforzada mediante proyectores exteriores en columna para garantizar la percepción visual de continuidad. Esto se tradujo en una mejora significativa en la experiencia del usuario y en la seguridad vial, al evitar transiciones lumínicas bruscas.

Menos luminarias, más control y mayor sostenibilidad
El cambio más tangible fue la reducción del número de luminarias: de más de 1.800 se pasó a apenas 583. La potencia instalada también cayó drásticamente, de 1,2 GWh/año a solo 350.000 kWh. Este ahorro energético del 70 % no se logró solo gracias a la eficiencia de los proyectores Extreme de Carandini, sino a la fotometría optimizada —con proyección a 0° para minimizar deslumbramientos— y a la implementación de un sistema de control punto a punto con tecnología D4i.
“El sistema de control es independiente de los fabricantes. Queremos abrir el mercado, no casarnos con nadie, pero mantener el control unificado desde el SCADA del túnel”, comentaron. Este enfoque permite que las instalaciones de alumbrado se integren al mismo nivel que el resto de los sistemas técnicos de los túneles, algo que antes no era posible.
Además, el uso del estándar D4i ha permitido obtener datos en tiempo real del comportamiento de cada luminaria: consumo, horas de funcionamiento, temperatura y más. Esta información se extrae directamente desde los bancos de memoria de los drivers y se centraliza para desarrollar estrategias avanzadas de mantenimiento predictivo. “Queríamos darle un plus a este proyecto, y lo conseguimos. Extraemos información útil para el presente y para el futuro”.
Coordinación, modularidad y un modelo replicable
Uno de los factores más destacados fue el trabajo en equipo. “Ha sido clave la colaboración entre todos: administración, proyectistas, instaladoras y fabricantes. El buen hacer conjunto ha hecho que todo funcionara de forma coordinada”. Esto permitió cumplir con todos los plazos, minimizar cortes de tráfico y adaptar la solución al túnel sin modificar su estructura.
La experiencia en el túnel de Borràs no solo ha resuelto una necesidad puntual, sino que ha marcado un precedente. “Lo que se ha hecho aquí es replicable en otros túneles de Barcelona. Y ya estamos trabajando para ello”, añadieron.