
- El sector de la iluminación coincide en que la normativa debe actuar como garante de seguridad y calidad, sin convertirse en un obstáculo para la evolución tecnológica.
- Según la última encuesta del Comité Español de Iluminación, el 80 % de los profesionales considera que la regulación debe priorizar su papel como marco de seguridad, mientras que solo un 13 % la identifica como motor de innovación y un 7 % la percibe como freno a la flexibilidad.
En un momento donde la tecnología avanza más rápido que la legislación, la relación entre innovación y normativa se ha convertido en uno de los debates más relevantes para el sector del alumbrado. Las nuevas directivas europeas, los requisitos de sostenibilidad y la estandarización de sistemas inteligentes están redefiniendo las reglas del juego para fabricantes, proyectistas y administraciones.
Con el objetivo de conocer la percepción del sector, el Comité Español de Iluminación lanzó su encuesta semanal #DebateLumínico, centrada en responder a una pregunta clave: ¿qué rol debe tener la normativa en iluminación?
Los resultados evidencian un consenso claro: la prioridad sigue siendo la seguridad, entendida como base técnica y social del progreso.
Resultados de la encuesta
¿Qué rol debe tener la normativa en iluminación?
- Marco de seguridad → 80 %
- Motor de innovación → 13 %
- Freno a la flexibilidad → 7 %
- Alineada al mercado → 0 %
El predominio del enfoque de seguridad revela que la comunidad técnica percibe la normativa no como una limitación, sino como un pilar esencial para garantizar fiabilidad, protección del usuario y coherencia regulatoria en un mercado cada vez más diverso y globalizado.
Análisis de resultados
La abrumadora mayoría que sitúa la seguridad (80 %) como función central de la normativa subraya una visión pragmática: sin una base sólida de requisitos técnicos, no hay confianza en los productos ni estabilidad en los proyectos. Las normas UNE, EN e IEC actúan como un lenguaje común que permite interoperabilidad, seguridad eléctrica y garantía de prestaciones lumínicas.
Sin embargo, el 13 % que identifica la normativa como motor de innovación refleja también la necesidad de marcos regulatorios dinámicos, capaces de acompañar el avance de la tecnología LED, la conectividad IoT o los sistemas de control inteligente. Las directivas europeas sobre eficiencia energética y ecodiseño (como la ErP o la RoHS) ya han demostrado que la regulación puede impulsar el progreso, orientando la innovación hacia objetivos sostenibles.
El 7 % que considera la normativa un freno a la flexibilidad advierte sobre un riesgo latente: el desfase temporal entre la evolución tecnológica y la actualización normativa. Cuando las reglas llegan tarde, pueden generar incertidumbre o ralentizar la adopción de soluciones disruptivas, especialmente en campos emergentes como el alumbrado adaptativo o los sistemas basados en inteligencia artificial.
Conclusión
La encuesta del CEI pone de manifiesto que el sector reclama un equilibrio entre innovación y regulación. La normativa debe seguir siendo el marco que garantiza seguridad, calidad y protección del usuario, pero sin perder su capacidad para anticipar tendencias y fomentar la competitividad tecnológica.
En resumen, los expertos coinciden en que el futuro de la iluminación se construirá sobre tres pilares:
Seguridad técnica y eléctrica como base irrenunciable.
Normativas proactivas que acompañen la innovación sin bloquearla.
Colaboración sectorial entre organismos, fabricantes y proyectistas para mantener la regulación actualizada y alineada con la realidad del mercado.
La innovación no puede avanzar sin normas, pero las normas tampoco deben avanzar sin innovación. El reto está, precisamente, en mantener esa luz de equilibrio que guíe el progreso del sector.