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  • Los profesionales del sector señalan que el exceso de luz artificial es el principal desafío al iluminar espacios patrimoniales, muy por encima de otros factores como el confort visual, la eficiencia energética o la adaptación a eventos temporales.
  • Así se muestra en los resultados de la encuesta realizada por el Comité Español de Iluminación, que evidencia la preocupación por encontrar un equilibrio entre realzar el valor cultural y arquitectónico sin comprometer la conservación ni la percepción visual.

Iluminar un monumento, una catedral o un casco histórico no consiste únicamente en instalar proyectores. Requiere una estrategia precisa que conjugue estética, conservación, eficiencia y seguridad. La encuesta semanal del Comité Español de Iluminación (#DebateLumínico) ha puesto de manifiesto qué consideran los expertos como el mayor reto en este ámbito: evitar la sobreiluminación. Este resultado refleja una tendencia clara hacia la cautela y la responsabilidad técnica frente a la tentación de “poner más luz” como respuesta rápida.

Resultados de la encuesta

¿Cuál es el mayor reto al iluminar espacios patrimoniales?

  • Evitar sobreiluminación  → 56%

  • Mantener confort visual  → 25%

  • Integrar eficiencia → 13%

  • Ajuste por eventos → 6%

Estos datos muestran que más de la mitad de los profesionales consultados coinciden en que el exceso de luz es el riesgo más crítico, seguido a distancia por el confort visual y la eficiencia energética.

Análisis de los resultados

Antes de entrar en el detalle de cada opción votada, conviene destacar que los resultados no solo reflejan una preferencia técnica, sino también una visión cultural y de responsabilidad profesional. Al iluminar espacios patrimoniales, la luz no se entiende únicamente como recurso estético, sino como una herramienta que debe equilibrar conservación, eficiencia y experiencia ciudadana. Sobre esta base, el análisis de la encuesta muestra cuatro retos claramente jerarquizados:

1. Evitar la sobreiluminación (56%)

La sobreiluminación no solo altera la atmósfera histórica del patrimonio, sino que puede provocar deslumbramiento, contaminación lumínica y daños en superficies sensibles. Normas como la UNE-EN 12464-2 y recomendaciones de la CIE enfatizan la necesidad de ajustar niveles a lo estrictamente requerido, evitando uniformidades innecesarias y emisiones hacia zonas no deseadas.

En proyectos patrimoniales, “menos es más”: la luz debe resaltar volúmenes, texturas y detalles sin eclipsar la percepción natural del entorno.

2. Mantener el confort visual (25%)

Un cuarto de los participantes señaló la comodidad visual como un reto prioritario. El uso de ópticas adecuadas, ángulos de incidencia y control de deslumbramiento son claves para garantizar que la iluminación no genere fatiga visual ni reste legibilidad arquitectónica. El confort visual cobra especial importancia en entornos urbanos históricos con alta afluencia de visitantes.

3. Integrar la eficiencia energética (13%)

Aunque menos votada, la eficiencia sigue siendo un factor esencial. La incorporación de fuentes LED de alta eficacia, sistemas de regulación y telegestión permite reducir el consumo energético sin renunciar a la calidad lumínica. El reto en este ámbito es lograr eficiencia sin comprometer los criterios estéticos y de conservación.

4. Ajuste por eventos especiales (6%)

La opción menos priorizada fue la adaptación de la iluminación a celebraciones puntuales o espectáculos. Aun así, este aspecto no puede descartarse: la flexibilidad lumínica mediante escenas programables y control dinámico permite realzar el patrimonio en ocasiones especiales sin incrementar de forma permanente el gasto ni el impacto visual.

Conclusión

El resultado de la encuesta confirma una idea central: iluminar patrimonio no consiste en añadir luz, sino en medirla con precisión. La sobreiluminación es percibida como la principal amenaza, y ello pone en primer plano la importancia del diseño lumínico basado en criterios normativos, técnicos y estéticos.

El reto de los profesionales pasa por integrar un enfoque integral que combine:

  • Niveles ajustados y controlados para evitar exceso lumínico.

  • Confort visual garantizado mediante ópticas y orientaciones precisas.

  • Eficiencia energética con tecnología LED avanzada y gestión inteligente.

  • Flexibilidad en el diseño para eventos sin comprometer la conservación.

En definitiva, la iluminación patrimonial debe ser un ejercicio de respeto: hacia la historia, hacia la arquitectura y hacia la percepción ciudadana.

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